Hartazgo por vivir esperando el momento adecuado,
la situación perfecta,
que suceda eso para alcanzar la plenitud y ser feliz,
por fin.
Perseguir la ansiada felicidad como una quimera,
que nos lleva incluso a la angustia y al desazón porque nunca llega cuando quieres o cómo quieres.
Faltando siempre ese algo más.
¿Y si murieses hoy?¿O mañana?
¿Te habrías sentido feliz alguna vez?
Cada día, cada hora, cada minuto, este instante es ya un regalo.
No una frase hecha, no.
Si no algo verdaderamente perfecto.
Perfecto por cotidiano, por asombroso, por jodidamente doloroso o por simplemente bochornoso.
Es perfecto porque, aunque sepa a café, o a un beso rápido de sal por la mañana, nos recuerda que estamos aquí.
Hoy.
Y que en realidad es lo único que sabemos.
Quiero vivir sintiendo que si muero hoy habré sido feliz de verdad,
consciente de esto.
Porque sólo así habrá valido la pena.
Y todo habrá tenido sentido.