El orgullo que frena un gracias,
un perdón,
un beso ,
un te quiero…
El oscuro gozo en el que uno se abandona, desoyendo el dolor del otro,
por un sorbo más,
una calada más,
un tiro más,
de halagos, de sentirse importante, de sentirse gustando…
El ancla que nos aferra a nosotros mismos,
a nuestras miserias más primitivas,
a nuestros miedos más profundos…
Sicario del buen querer y del quererse bien.
Verdugo del futuro,
del crecimiento,
del superarse…
Asesino del nosotros.